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ENTRE LINEAS

Telemaratones

Telemaratones

Las fiestas de Navidad, Año Viejo-Nuevo y Reyes me dejan, desde hace algunos años, un cierto sabor agridulce. Me imagino, es más, se que, Sada, Amal, Ibrahím y Sasi, niños hindús, nepalís,  marroquís o gambianos, habrán podido disfrutar , por primera vez, de una comida alrededor de una mesa allá en su País, con su familia biológica,  o en el nuestro con la adoptada. Para ellos se les ofrece, en el nuevo año, la posibilidad de labrarse un futuro más cierto, más claro que el que habían tenido hasta ahora. Incluso, alguno de estos niños, han disfrutado de su primera muñeca, de su primer balón de reglamento, de su primera bicicleta. Son niños del llamado “Tercer Mundo” y han tenido la suerte de ser adoptados en algún “telemaratón” que organizan, en estas fechas, las cadenas de televisión. O se ha dado publicidad a través de los medios de comunicación, de algún programa televisivo, de los malos tratos de que son objeto en su Pais,  programas que remueven las conciencias de los que vemos y que nos hacen coger el primer avión hacia donde se encuentran esos desamparados a tratar de adoptar alguno...Aquellos niños han tenido la suerte de entrar en alguna de las plataformas que se reivindican, periódicamente, como  ayuda para los llamados marginados del “Tercer Mundo”. Sus paises son pobres y en ellos hay pocas expectativas de futuro. Por eso se organizan las plataformas a lo largo del denominado “Mundo Industrializado”.




        Juan,  María, Raquel y Javier no se han sentado en ninguna mesa esta Navidad. Y si lo han hecho, no fue con su familia. No han recibido, aún, su primer juguete. Están en algún orfanato con otros niños y niñas como ellos o, lo que es peor, deambulan por los barrios marginales de Barcelona, Madrid, Valencia o Sevilla. Su futuro es incierto y, a ellos, no les ha llegado la oportunidad de ser apadrinados en ningún “telemaratón”. A ellos no se les incluye en las plataformas de ayuda al “Tercer Mundo”... Y es que ellos “disfrutan” de los privilegios de vivir en un Pais industrializado, en una de esos sistemas que se les llama “economía del bienestar” o “sociedad del bienestar”. Tampoco tienen los ojos rasgados, o el color de su piel es blanco, a lo sumo agitanado... Juan, María, Raquel y Javier no sonríen, no juegan, nadie pregunta por ellos... Más adelante, cuando crezcan, formarán parte de las estadísticas y, quizás, se les dedique algún artículo que diga:


“Unas 275.000 personas viven en la calle, en albergues o en infraviviendas en España”. También hay 48.000 chabolas, 37.000 casas en estado ruinoso y 387.000 viviendas que no reunen las mínimas condiciones higiénicas y sanitarias. El número de los ‘sin techo’ en la Unión Europea asciende a 18 millones de personas, si se incluye a aquellas que no tienen acceso a una vivienda personal, permanente y adecuada...” ).


 

 

El contrapunto lo dan Sada, Amal, Ibrahím y Sasi protagonistas de una historia muy diferente: “El auge de las adopciones internacionales, a través de la historia de una niña nepalí. Hemos brindado por la niña con pastel y cava, y hasta hemos cantado a coro una canción navideña que ella ha seguido con los ojos y el semblante traspuesto...”.

 


 

 

Las de estos niños son dos historias con igual inicio pero con destinos diferentes... ¿ Por qué ?. Las respuesta está en nosotros mismos, en la Administración que no ayuda, en los medios de comunicación movidos por audiencias y beneficios... Mientras tanto seguiremos empeñados en no querer ver nuestras propias miserias. Mientras tanto seguiremos sin ayudar a nuestro vecino. Mientras tanto seguiremos descargando nuestras conciencias buscando lo exótico, lo lejano, lo que nos diferencia de nosotros mismos...
 

7 comentarios

Kaleidoscopio -

Llevo rato necesitándote, y esperando al doblar la esquina, será que te equivocaste de esquina? Avisameeeee

Para Kaleidoscopio puntualizadora nata -

Me voy a poner a la "vuelta de la esquina" para ver si me encuentro contigo ;-))

Para cielodescubierto alineándose con monocamy -

¿Y quién sacude al 'sacudidor'? Me parece que nuestras conciencias siempre se sacudirán a impulsos momentáneos; siempre justo en el momento en que veamos aquél reportaje hecho en barrios marginales o cuando veamos a los niños empuñar fusiles. Luego, una vez olvidadas las imágenes, volveremos a nuestra 'concienzuda' rutina... Un beso sin mesura

Para monocamy, positivista ilustrado -

Debe ser el único, además de los niños...

Kaleidoscopio -

Acabas de poner los puntos sobre las i es, cierto,por qué buscar tan lejos si los necesitados los tenemos a la vuelta de la esquina?

Cielodescubierto -

Y lo único bueno del asunto, como dice Monocamy, es que al fin y al cabo unos y otros son niños... que aún confían en nuestras manos. Pero... ¿ por qué diferenciarlos?, me temo que ahí está el gravísimo "quid" de la cuestión... porque no obedece más que a las propias diferencias que marcamos los que como adultos nos autodenominamos.
El problema es averiguar si alguna vez sacudiremos adecuadamente nuestras conciencias... :o

Un beso, maratoniano. ;)

monocamy -

Bueno, mientras sigan naciendo niños se puede hacer una lectura positiva: Dios sigue teniendo fe en nosotros (qué paradoja...).

:O